13 de septiembre de 2016

VERANO; EL OTOÑO LLEGA...

 Se nos acaba el verano y con el mil preocupaciones, emociones conocidas, reconocidas en la juventud que vuelven de nuevo para recordar que el tiempo pasa, los hechos quedan, se repiten en cada generación de una familia con sus defectos y virtudes.
Es increíble, dos generaciones conocidas y vividas después de ti y sientes en tu interior que no pasa el tiempo en las reacciones humanas, qué de generación a generación vamos dejando nuestra huella en los que van llegando con nuestra forma de reaccionar ante lo desconocido.
Cuando mi hija era una jovencita inexperta  en las relaciones humanas se equivocava o no "no porque yo se lo dijera" de la misma forma que lo hiciera yo a su edad, solo que ella me lo contaba y yo no lo hacía con mi madre.
 Eran otros tiempos en los que aprendíamos solas el camino de la vida, eso no quiere decir que actuáramos mal o bien, simplemente que seguro mi madre lo hizo igual.
Hoy vivo con mi nieta esas emociones y preocupaciones que en su día sentí con mi hija asta que comprendí que su madurez me superaba, que solo quería compresión para sus pequeños errores, que solo necesitaba un abrazo no una reprimenda.
Se lo di, un a vez, años antes mi madres callo aquello que ya sabía que no  había echo bien, ella lo sabía, recuerdo su mirada como si estuviera aquí conmigo, en estos momento de reflexión y orgullo de una abuela que siente  que las cosas y casos de nuestra juventud no varían simplemente se amoldan a los tiempos que vivimos. Los sentimientos no, esos perpetúan nuestros esquemas familiares y las reacciones ante las dificultades que nos depara la vida.
Ser joven nunca fue fácil, tenemos que tomar decisiones que afectan todo una vida pero...tenemos que aprender, ayer, hoy y mañana será igual, siempre se repiten esos pequeños errores que nos hacen elegir el camino de nuestras vidas, parte de ese camino tenemos que reconocerlo, porque muchos de los errores de los jóvenes... nosotros los mayores los hemos vivido antes y los reconocemos, nos reconocemos en ellos. No necesitan reprimendas ni consejos, solo unos brazos abiertos para que comparta su preocupación, eso es algo hermoso, reconocer la vida después de haberla vivido.
El verano nos trae todas las experiencia que nos da esa vida que cada día se nos esta marchando y desde luego nos toca vivirla de cerca y reconocer los caminos por donde nos llevo la nuestra; son caminos reconocibles con solo una mirada, un abrazo, una sonrisa.
Son caminos que nos traen y nos llevan los veranos amigos o traidores,  nos tiene que enseñar el camino de cada uno; después, en  otoño todo comienza a serenarse y el trabajo lo tenemos que realizar de una forma o de otra, que da esa experiencia maravillosa que nos hace crecer, creer en nosotros para mejorar en los conocimientos

que la vida nos ofrece.
Me gusta el otoño que nos trae serenidad y sabiduría, nos hace reaccionar en nuestras equivocaciones  eso, eso no tiene edad, los sentimientos son sentimientos tengamos dieciocho años o setenta, es algo que va con la vida y a mi me gusta vivirla y, desde luego que mi familia se sienta viva con sus errores y aciertos por que ellos nos enseñan que significa la palabra amar.
Deseo que mi familia ame y sufra como lo hago yo porqué sin amar y sufrir, sin risas y penas no puedes saborear lo que te rodea, no puedes conocer a Dios en su gran e infinita sabiduría, sin Él no somos nada, no reconoceríamos el verano y  él otoño.
Pongo fotos primaverales para reconocer la belleza que nos traen esas estaciones intermedias donde la calma, la quietud y la belleza nos entretiene y maravilla mientras nuestra vida sigue su camino de espinas y rosas.